P. Dávila (Y el Verbo se hizo carne)
Y EL VERBO SE HIZO CARNE
P. César Dávila G.
En esta frase: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn I, 14) se resume toda la historia de la religión cristiana.
El cristianismo comenzó con este acontecimiento trascendental de la historia humana. Las raíces del cristianismo se encuentran en lo que hemos llamado los cristianos, el Antiguo Testamento que comienza con la narración de la creación del mundo descrita detalladamente en los primeros capítulos del libro del Génesis. Esta narración desde luego, no es un estudio científico del origen del mundo físico ni del planeta tierra; contiene la historia de la creación inspirada en las narraciones de este tema de épocas anteriores al cristianismo y conservadas en los pueblos de la antigua Mesopotamia.
En toda la narración de los libros sagrados de las antiguas religiones se encuentran narraciones parecidas a las que trae la Biblia: Cito este ejemplo, el Poema sagrado de Gilgamesh que reproduce en palabras similares la historia bíblica de la creación.
Para el cristianismo es la culminación de la Promesa de un Redentor que expiaría el pecado original y sus consecuencias.
El Nacimiento del Mesías en Belén es el punto culminante que da comienzo a su historia. En muchas ocasiones he tenido la oportunidad de visitar la ciudad bíblica de Belén, en donde la fe cristiana primitiva ha levantado una imponente Basílica dentro de la cual está la Gruta de Belén, aquí hay un altar y al pie una roseta con esta inscripción latina: “Hic natus est Jesús”: la tradición cristiana desde los tiempos apostólicos, ha señalado este lugar en el cual Jesús, el Hijo de la Virgen María. En Nazaret en la Basílica de la Anunciación se señala también el lugar en donde ocurrió el diálogo entre el Arcángel Gabriel y la Virgen María: Él primero le anuncia a la Virgen que concebiría y daría a luz un hijo que se llamaría Emmanuel, Dios con nosotros. A este lugar se refiere el Apóstol Juan cuando dice: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn I, 14).
El día de Navidad es un hito imperecedero no sólo para el cristianismo sino para el hombre de ayer, de hoy y de mañana.
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