Recordando a María Eugenia y Pablo a los 45 años de su partida

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización

Arq. Esteban Malo

El tiempo ha pasado rápido, el recuerdo y la presencia de Pablo y María Eugenia o de María Eugenia y Pablo, es permanente. Su entrega y enseñanza, basados en el amor a su maestro y a Dios, no tuvo límite, espíritus que llegaron fortalecidos y maduros, porque desde su juventud siempre dieron demostración de esa capacidad de transmitir su generosidad hacia los demás y la inquietud de buscar caminos para encontrar “algo" que los llene y dé respuesta a su búsqueda interior, llamado que brota espontáneamente en almas sencillas.

Es así como, al primer contacto con el Padre Dávila, su maestro espiritual, empiezan a recorrer un camino seguro que les lleva a ser puntales en la guía de tantos espíritus cercanos a ellos. El desinterés personal fue siempre parte de su rica y hermosa personalidad, entregaron material y espiritualmente todo lo de ellos, sin límites, por lo que la Asociación que forman con su maestro creció robusta y firme.

Seis cortos años recorrieron en este plano físico junto a su maestro, que fueron suficientes para dejar huellas profundas en todos sus hermanos, huellas imborrables, porque las cincelaron con el intenso amor a Dios, el único instrumento con que se llega eficazmente al espíritu. ¿Qué son 45 años comparados con esos escasos 6 años junto al maestro? Ellos estuvieron predestinados como instrumentos exactos, para llegar tan efectivamente y seguir llegando a las conciencias de las personas que buscan a Dios en el sendero de la meditación.

Fueron seres sencillos y asequibles, condición que les convirtió en personas extraordinarias, la grandeza de los seres humildes plasmada en ellos. Partieron pronto de este plano para nuestro entender, pero seguro que Papá Dios, ya los encontró maduros; escogieron con el Padre Dávila en el último acto de cercanía física, el título simbólico del libro "Guía al Infinito", como indicando cual es el sendero a seguir de los buscadores de la verdad.

Su caminar por la vida seguramente no estuvo exenta de dificultades de toda índole, materiales y espirituales, pero siempre se demostraron seguros y felices.

Fueron piedras fundamentales en los cimientos de la naciente Escuela de Auto-Realización, su carisma y entrega conquistaron a su maestro, fueron la motivación para que el Padre Dávila, saque a la luz sus extraordinarios dones de guía espiritual, escondidos tal vez, pero fue la presencia de sus dos hijos predilectos, lo que le impulso a plasmar y entregar las enseñanzas con las que el Padre Celestial lo había bendecido.

Al paso del tiempo y con la madurez del camino recorrido, se entiende que a pesar del poco tiempo de la presencia física de nuestros “Hermanos Mayores”, las vivencias fueron tantas y de tal intensidad, que la marca espiritual en nuestras vidas es indeleble y es para siempre.

María Eugenia y Pablo, y no podría hablar de ellos separadamente, sino como una unidad espiritual, porque así eran ellos, unidos entre sí con la amalgama de la presencia transformadora de Dios, a Quien buscaron y encontraron en lo profundo de su ser, ellos fueron la "primera piedra” en la gran edificación que construyó nuestro amado Padre Dávila, que hasta el día de hoy, después de la partida de sus primeros discípulos y de él mismo, sigue vigente y sigue creciendo.

La mística de la escuela señalada por el Padre Dávila, fue interpretada y seguida por estos primeros discípulos con toda fidelidad, solo nos queda a nosotros, a cada uno de los socios y estudiantes de Auto-Realización, seguir los mismos principios y motivaciones.

Que Dios bendiga siempre a esta Escuela, al maestro que la fundó, y a sus amados discípulos Pablo y María Eugenia, de quienes este 15 de agosto estaremos recordando nada más que 45 años de su partida, que parecen son apenas días de ausencia, porque siempre están presentes en nuestras mentes y corazones.

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización



Comentarios

  1. Muchísimas gracias Estebitan por este valioso aporte. Ud. tuvo la bendición de conocer personalmente a Pablito y Ma. Eugenia. Recuerdo que el Padrecito decía -dirigiéndose a un auditorio de estudiantes- "Cuando estén frente a una dificultad y no sepan qué hacer, si son padres pregúntense ¿Qué haría Pablito en esta situación?, si son madres pregúntense ¿Qué haría Ma. Eugenia en esta situación?. Tengan la plena seguridad de que se les inspirará una respuesta".

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