Peregrinación a Tierra Santa - 1994
Myriam Dávila S.
ROMA: Inician su peregrinación en
Roma, su maravilloso arte e historia, son para el cristiano una reliquia
siempre actual, es una vuelta a sus orígenes.
La
Fontana de Trevi, El Coliseo Romano, los vistosos y deliciosos cafés, la música
y los artistas de la calle son muchos y muy buenos, así como los cientos de
palomas que viven en la plaza son sus íconos.
Destaca
en el recorrido, la Plaza de San Pedro, y esta vez, la Basílica de San Pablo
Extramuros, única obra monumental hecha a la memoria del Apóstol más
controversial, que puso los cimientos del Cristianismo, San Pablo, quien dirá: “Estoy
a punto de derramar mi sangre en sacrificio y el momento de mi partida es
inminente. He peleado el noble combate, he alcanzado la meta, he guardado la
fe. Por lo demás, me está reservada la
merecida corona que El Señor, el justo Juez, me entregará aquel día, y no solo
a mí, sino también a todos los que han deseado con amor su venida” (2Tm.2,8-10).
Esta es una iglesia erigida sobre la casa de alquiler donde el apóstol Pablo
vivió sus años como prisionero romano, atado con cadenas en sus pies y desde
donde impartió sus enseñanzas sobre Cristo a los judíos, desde el mismo corazón
de la Roma Imperial, demostrando que, se encuentra encadenado por Cristo, liberado
y entregado a enseñar el Evangelio de Cristo en todas las latitudes.
ASIS: Este pequeño pueblo italiano
que guarda el misterio del amor humano encarnado en el Santo de Asís, nuestro
Patrono, San Francisco de Asís, el Santo de la hermandad entre los hombres, los
animales, y todos los seres del universo, el hombre que vibra por la paz, la
sencillez, la libertad y su pasión por la hermandad. El heraldo de Dios que
reparó todas las rupturas, carencias y egoísmos que mantenían los hombres. La
pequeña iglesia de la Porciúncula, dentro de la gran Basílica de Santa María de
los Ángeles, construida por el Papa Liberto y los eremitas del valle de
Josafat, guarda frescos de los pintores Cimabue y Giotto, que datan del siglo
XIII, patrimonio de la humanidad desde el año 2000, recuerda y fija en los
peregrinos los edictos de nuestro Patrono:
“Dar gratuitamente lo que hayamos recibido gratuitamente”
“El día que abandones esta tierra no podrás llevar contigo nada
de lo que haz recibido,
sino solamente lo que has dado”.
“Señor hazme un instrumento de tu paz…
Donde haya odio, siembre yo amor; Donde haya ofensa, perdón
Donde haya tinieblas, ponga yo la Luz; Donde haya tristeza,
ponga la alegría…
“Es perdonando que somos perdonados”
“Es dando como se recibe”…
El
santo de la ecología, el místico, el maestro, el meditador que alcanzó el samadhi.
El que cree en una imagen de Dios, compuesta por todos los seres formando una
familia gozosa bajo la paternidad de Dios, nos dice:
“Comienza haciendo lo necesario, luego haz lo posible y de repente estarás haciendo lo imposible.”
“Ten paciencia con todas tus cosas, pero sobre todo, contigo mismo...
Aprendiendo, grabando nos despedimos de Asís para entrar en el Medio
Oriente.
EGIPTO: El Cairo, capital de Egipto
y la mayor ciudad del mundo árabe, alberga en sus museos, la mayor colección de
la historia del antiguo Egipto. El mundo islámico y el
cristiano coexisten en la “Ciudad de los mil minaretes”.
El
río Nilo, que fluye en dirección norte a través de diez países desemboca en el
Mediterráneo formando el Gran delta del Nilo. Culturas faraónica, greco-romana,
cristiana y musulmana coexisten en esta área.
Las
Pirámides; la pirámide de Keops, una de las siete maravillas del mundo antiguo
y la única que permanece en pie contiene el sarcófago del faraón de Keops, y
revela datos astronómicos y geofísicos que demuestra el avance de esta cultura
milenaria, que tuvo conocimientos revelados por seres de otras dimensiones que
permitieron el uso de técnicas y altas matemáticas para la construcción de estos
grandes colosos del mundo antiguo.
El SINAÍ: Situado al noreste de
Egipto, es la puerta a la fe de nuestros primeros cristianos. En el Monte
Sinaí, se refugió el Profeta Elías, al huir de Baal, cumpliendo la orden de
Dios de salir de allí, y después de cuarenta días y sus noches de ayuno y
oración, Yahveh Dios se manifiesta al profeta que yacía encerrado en una cueva;
-Pasó un viento huracanado, tras el viento un terremoto, tras el terremoto un
fuego, tras el fuego… un silbido apacible. Entonces, el profeta salió de su
cueva y se postró en tierra, pues reconocía el paso del Señor, Él no estaba en
el viento, ni en el terremoto ni en el fuego, estaba en el silencio profundo,
estaba en el silbido armónico.
Según
la Torá, el Sinaí es el monte de la Zarza ardiente, el monte de la Revelación.
Yahveh entregó a Moisés, los Diez Mandamientos y eligió a Israel como su
pueblo, por tanto, un lugar especial para todas las religiones abrahámicas.
La
Península ha sufrido combates feroces entre egipcios e israelíes, pero sigue en
pie para mostrarnos sus gastadas rocas, que evocan la vida y la Presencia del
Señor Dios.
Visitamos
el Monasterio de Santa Catalina, se dice que conmemora el lugar de la zarza
ardiente y que fue construido en su honor; es para nosotros un lugar de gran
recogimiento donde se practica la Meditación u Oración Contemplativa, donde el
Señor se reveló a grandes almas. El P. Dávila celebró en ese lugar como una
concesión especial de nuestro Bendito Dios, pues no hay apertura para hacerlo,
pero la devoción y el deseo del Padre Dávila permitieron este gran logro, que
queda marcado en el alma de los asistentes.
LA TIERRA SANTA: Territorio de Oriente donde
nació, creció, murió y resucitó Jesús. La “Tierra”
se hace “Santa” cuando es testigo del
desarrollo del Plan Divino de la Salvación.
Belén, ciudad natal del Rey David y
de Jesús. Vínculo entre el judaísmo y el cristianismo. Lugar de peregrinación
para ser testigo de la humildad del sitio que recibió al Salvador, conjunción
perfecta de lo finito y lo infinito, de la cueva oscura que se ilumina con la
Gran Luz, el campo de los pastores, la ciudad que despierta al canto del “Gloria In excelsis Deo”, cantada por los
ángeles y santos del coro celestial, cantada por Bach, como una de sus obras
maestras, cantada por nuestros labios envueltos en ese misterio de amor.
El Río Jordán, y sus aguas, escenario de la
revelación de Josué, Elías y el Bautismo de Jesús, fruto del misterio de Amor
del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
El Lago de
Tiberíades, Lago
Sagrado, que guarda la memoria de la vida pública de Jesús, enseñándonos su
Palabra, su oración viva, sus milagros por la fe, demostrándonos que Él es
camino, verdad y vida, y que nadie llega al Padre sino a través de Él.
Lugar
donde el Padrecito Dávila concebiría una de sus obras: El Lago Sagrado, donde las enseñanzas de Cristo cobran vida, cuando
encarnó en cada uno de sus seguidores, cuando los ojos incrédulos lo vieron
andar sobre las aguas, donde el Señor calmó la tempestad, sinónimo de que solo
su Palabra puede calmar la tempestuosa vida de la humanidad de hoy.
Jerusalén, conocida como Ciudad Santa
para judíos, cristianos y musulmanes. Guarda la magia de la vida, pasión,
muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesús.
De
entre la magia de todos estos lugares santificados por la bendita presencia de
Nuestro Señor Jesucristo destaca en la ciudad vieja: la Basílica del Santo Sepulcro, se queda en nuestros ojos y en
nuestros corazones, el Calvario, y a
pocos metros la tumba donde descansó
el cuerpo del Señor, hoy custodiada por sacerdotes franciscanos y compartida
con la Iglesia Ortodoxa Griega, Armenia y Copta, Siria y Etíope. Ha pasado por
edificaciones, demoliciones, reconstrucciones, incendios, terremotos y
restauraciones, más su esencia, su perfume se impregna en el corazón del
cristiano que sabe que morimos en el bautismo con Cristo, y resucitamos a la
vida nueva con su resurrección.
Dice
el evangelio de San Juan, que Nicodemo, recibe el cuerpo de Cristo, lacerado,
deformado, dañado por las miserias humanas, y que él, preparó unas cien libras
de mixtura de mirra y aloe, lo cubrió con ella y envolvió al Señor en lienzos
nuevos, según la costumbre de enterrar a los judíos. Lo pone en el sepulcro, en
un jardín que recuerda la creación. Jesús se deja enterrar como se dejó
crucificar, completamente entregado en las manos de los hombres, unido hasta el
sueño bajo la lápida de la tumba. Enseñanza: hemos de aceptar las dificultades,
los sucesos dolorosos, la muerte exige una esperanza firme, una fe viva. La
Gloria es para aquellos que vibran en la fe, que tienen una esperanza viva.
Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros resucitaremos con Él a una vida nueva.
El
Calvario y el Santo Sepulcro, son sin duda, lugares para orar, recogerse,
celebrar la Santa Eucaristía unidos en
el cáliz del Amor de Cristo, la santidad del santo, la fe del hijo que busca
ese rencuentro con su Padre, la incredulidad de quien está distante como el
soldado que resguardó ese templo. Allí, llegaron, el Padrecito, y los
peregrinos de este tiempo, tuvieron un momento de especial conjunción, armonía,
luminosidad; habían recorrido la Vía Dolorosa en la noche para evitar el
bullicio del mercado de la ciudad, allí se iluminaron sus rostros, sus almas. El
Padrecito Dávila bendijo a Angelito, fue una meditación muy especial. Un
profundo silencio los rodeó. ¡La Paz,
los envolvió!













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