Peregrinación a Tierra Santa - 1994

 


Myriam Dávila S.

Un grupo de 27 estudiantes de Auto-Realización, emprenden este viaje con el corazón y la mente llenos de devoción y expectativas por sentir en su propio ser la bendición de esta augusta presencia viva, encarnada, silenciosamente guardada entre piedras, paredes, árboles y templos milenarios.  Este es un viaje de peregrinación a mediados de septiembre y octubre de 1994, un recorrido por Italia, Egipto y la Tierra Santa.

ROMA: Inician su peregrinación en Roma, su maravilloso arte e historia, son para el cristiano una reliquia siempre actual, es una vuelta a sus orígenes.

Para los miembros de AEA y para su guía y director, el Padrecito Dávila, esta visita a Roma, tenía un propósito especial; impulsar la aprobación de los estatutos que regentarían el Instituto de Vida Contemplativa para Laicos en Ecuador, mismos que se aprueban en la Sede del Vaticano, Roma, basados también en la especial empatía y amistad desarrollada un año atrás en Chicago, con Monseñor Francesco Gioia, a quien conocimos en el Parlamento Mundial de Religiones, donde Monseñor Gioia, estaba en calidad de representante del Papa Juan Pablo II y la Iglesia Católica. Para el año 1994, era el Secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Inmigrantes e Itinerantes, y luego sería nombrado por la Curia Romana como Delegado del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Los estudiantes asistieron a esta reunión y dejaron sus mejores impresiones sobre este sueño de nuestro director, más, aunque no existe el Instituto, quedaron los documentos legalmente  ingresados en el Vaticano.



La Fontana de Trevi, El Coliseo Romano, los vistosos y deliciosos cafés, la música y los artistas de la calle son muchos y muy buenos, así como los cientos de palomas que viven en la plaza son sus íconos.

Destaca en el recorrido, la Plaza de San Pedro, y esta vez, la Basílica de San Pablo Extramuros, única obra monumental hecha a la memoria del Apóstol más controversial, que puso los cimientos del Cristianismo, San Pablo, quien dirá:  “Estoy a punto de derramar mi sangre en sacrificio y el momento de mi partida es inminente. He peleado el noble combate, he alcanzado la meta, he guardado la fe. Por  lo demás, me está reservada la merecida corona que El Señor, el justo Juez, me entregará aquel día, y no solo a mí, sino también a todos los que han deseado con amor su venida” (2Tm.2,8-10). Esta es una iglesia erigida sobre la casa de alquiler donde el apóstol Pablo vivió sus años como prisionero romano, atado con cadenas en sus pies y desde donde impartió sus enseñanzas sobre Cristo a los judíos, desde el mismo corazón de la Roma Imperial, demostrando que, se encuentra encadenado por Cristo, liberado y entregado a enseñar el Evangelio de Cristo en todas las latitudes.

ASIS: Este pequeño pueblo italiano que guarda el misterio del amor humano encarnado en el Santo de Asís, nuestro Patrono, San Francisco de Asís, el Santo de la hermandad entre los hombres, los animales, y todos los seres del universo, el hombre que vibra por la paz, la sencillez, la libertad y su pasión por la hermandad. El heraldo de Dios que reparó todas las rupturas, carencias y egoísmos que mantenían los hombres. La pequeña iglesia de la Porciúncula, dentro de la gran Basílica de Santa María de los Ángeles, construida por el Papa Liberto y los eremitas del valle de Josafat, guarda frescos de los pintores Cimabue y Giotto, que datan del siglo XIII, patrimonio de la humanidad desde el año 2000, recuerda y fija en los peregrinos los edictos de nuestro Patrono:

“Dar gratuitamente lo que hayamos recibido gratuitamente” 

“El día que abandones esta tierra no podrás llevar contigo nada de lo que haz recibido,

sino solamente lo que has dado”. 

“Señor hazme un instrumento de tu paz…

Donde haya odio, siembre yo amor; Donde haya ofensa, perdón

Donde haya tinieblas, ponga yo la Luz; Donde haya tristeza, ponga la alegría…

“Es perdonando que somos perdonados”

“Es dando como se recibe”…




El santo de la ecología, el místico, el maestro, el meditador que alcanzó el samadhi. El que cree en una imagen de Dios, compuesta por todos los seres formando una familia gozosa bajo la paternidad de Dios, nos dice:

“Comienza haciendo lo necesario, luego haz lo posible y de repente estarás haciendo lo imposible.”

“Ten paciencia con todas tus cosas, pero sobre todo, contigo mismo...

 Aprendiendo, grabando nos despedimos de Asís para entrar en el Medio Oriente.

EGIPTO: El Cairo, capital de Egipto y la mayor ciudad del mundo árabe, alberga en sus museos, la mayor colección de la historia del antiguo Egipto.  El mundo islámico y el cristiano coexisten en la “Ciudad de los mil minaretes”.

El río Nilo, que fluye en dirección norte a través de diez países desemboca en el Mediterráneo formando el Gran delta del Nilo. Culturas faraónica, greco-romana, cristiana y musulmana coexisten en esta área.

El Barrio Copto, es muy visitado pues alberga varias iglesias de rito copto, destaca la Iglesia de San Sergio, del siglo V construida sobre la cueva que acogió a la Sagrada Familia en su huida a Egipto.

Las Pirámides; la pirámide de Keops, una de las siete maravillas del mundo antiguo y la única que permanece en pie contiene el sarcófago del faraón de Keops, y revela datos astronómicos y geofísicos que demuestra el avance de esta cultura milenaria, que tuvo conocimientos revelados por seres de otras dimensiones que permitieron el uso de técnicas y altas matemáticas para la construcción de estos grandes colosos del mundo antiguo.




El SINAÍ: Situado al noreste de Egipto, es la puerta a la fe de nuestros primeros cristianos. En el Monte Sinaí, se refugió el Profeta Elías, al huir de Baal, cumpliendo la orden de Dios de salir de allí, y después de cuarenta días y sus noches de ayuno y oración, Yahveh Dios se manifiesta al profeta que yacía encerrado en una cueva; -Pasó un viento huracanado, tras el viento un terremoto, tras el terremoto un fuego, tras el fuego… un silbido apacible. Entonces, el profeta salió de su cueva y se postró en tierra, pues reconocía el paso del Señor, Él no estaba en el viento, ni en el terremoto ni en el fuego, estaba en el silencio profundo, estaba en el silbido armónico.

Según la Torá, el Sinaí es el monte de la Zarza ardiente, el monte de la Revelación. Yahveh entregó a Moisés, los Diez Mandamientos y eligió a Israel como su pueblo, por tanto, un lugar especial para todas las religiones abrahámicas.

La Península ha sufrido combates feroces entre egipcios e israelíes, pero sigue en pie para mostrarnos sus gastadas rocas, que evocan la vida y la Presencia del Señor Dios.

Visitamos el Monasterio de Santa Catalina, se dice que conmemora el lugar de la zarza ardiente y que fue construido en su honor; es para nosotros un lugar de gran recogimiento donde se practica la Meditación u Oración Contemplativa, donde el Señor se reveló a grandes almas. El P. Dávila celebró en ese lugar como una concesión especial de nuestro Bendito Dios, pues no hay apertura para hacerlo, pero la devoción y el deseo del Padre Dávila permitieron este gran logro, que queda marcado en el alma de los asistentes.


LA TIERRA SANTA: Territorio de Oriente donde nació, creció, murió y resucitó Jesús. La “Tierra” se hace “Santa” cuando es testigo del desarrollo del Plan Divino de la Salvación.

Belén, ciudad natal del Rey David y de Jesús. Vínculo entre el judaísmo y el cristianismo. Lugar de peregrinación para ser testigo de la humildad del sitio que recibió al Salvador, conjunción perfecta de lo finito y lo infinito, de la cueva oscura que se ilumina con la Gran Luz, el campo de los pastores, la ciudad que despierta al canto del “Gloria In excelsis Deo”, cantada por los ángeles y santos del coro celestial, cantada por Bach, como una de sus obras maestras, cantada por nuestros labios envueltos en ese misterio de amor.

El Río Jordán, y sus aguas, escenario de la revelación de Josué, Elías y el Bautismo de Jesús, fruto del misterio de Amor del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El Lago de Tiberíades, Lago Sagrado, que guarda la memoria de la vida pública de Jesús, enseñándonos su Palabra, su oración viva, sus milagros por la fe, demostrándonos que Él es camino, verdad y vida, y que nadie llega al Padre sino a través de Él.

Lugar donde el Padrecito Dávila concebiría una de sus obras: El Lago Sagrado, donde las enseñanzas de Cristo cobran vida, cuando encarnó en cada uno de sus seguidores, cuando los ojos incrédulos lo vieron andar sobre las aguas, donde el Señor calmó la tempestad, sinónimo de que solo su Palabra puede calmar la tempestuosa vida de la humanidad de hoy.


Jerusalén, conocida como Ciudad Santa para judíos, cristianos y musulmanes. Guarda la magia de la vida, pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesús.

De entre la magia de todos estos lugares santificados por la bendita presencia de Nuestro Señor Jesucristo destaca en la ciudad vieja: la Basílica del Santo Sepulcro, se queda en nuestros ojos y en nuestros corazones, el Calvario, y a pocos metros la tumba donde descansó el cuerpo del Señor, hoy custodiada por sacerdotes franciscanos y compartida con la Iglesia Ortodoxa Griega, Armenia y Copta, Siria y Etíope. Ha pasado por edificaciones, demoliciones, reconstrucciones, incendios, terremotos y restauraciones, más su esencia, su perfume se impregna en el corazón del cristiano que sabe que morimos en el bautismo con Cristo, y resucitamos a la vida nueva con su resurrección.

Dice el evangelio de San Juan, que Nicodemo, recibe el cuerpo de Cristo, lacerado, deformado, dañado por las miserias humanas, y que él, preparó unas cien libras de mixtura de mirra y aloe, lo cubrió con ella y envolvió al Señor en lienzos nuevos, según la costumbre de enterrar a los judíos. Lo pone en el sepulcro, en un jardín que recuerda la creación. Jesús se deja enterrar como se dejó crucificar, completamente entregado en las manos de los hombres, unido hasta el sueño bajo la lápida de la tumba. Enseñanza: hemos de aceptar las dificultades, los sucesos dolorosos, la muerte exige una esperanza firme, una fe viva. La Gloria es para aquellos que vibran en la fe, que tienen una esperanza viva. Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros resucitaremos con Él a una vida nueva.

El Calvario y el Santo Sepulcro, son sin duda, lugares para orar, recogerse, celebrar la Santa Eucaristía  unidos en el cáliz del Amor de Cristo, la santidad del santo, la fe del hijo que busca ese rencuentro con su Padre, la incredulidad de quien está distante como el soldado que resguardó ese templo. Allí, llegaron, el Padrecito, y los peregrinos de este tiempo, tuvieron un momento de especial conjunción, armonía, luminosidad; habían recorrido la Vía Dolorosa en la noche para evitar el bullicio del mercado de la ciudad, allí se iluminaron sus rostros, sus almas. El Padrecito Dávila bendijo a Angelito, fue una meditación muy especial. Un profundo silencio los rodeó. ¡La  Paz, los envolvió!






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