La conquista de la Paz Interior según Cristo y los Grandes Maestros.
CENTRO SANTO DOMINGO
San Francisco, modelo de sintonía perfecta con la creación
Myriam
Dávila S.
SAN FRANCISCO DE ASÍS
Francisco
nació en Asís, Italia en 1182. Su nombre de pila, Giovanny Pietro di
Bernardone. Hijo de un rico mercader, Pietro de Bernardone y su madre Joanna
Pica. Fue educado licenciosamente por sus padres, a tono con la vanidad del
siglo, los superó en vanidad y frivolidad (1). Era un joven que recorría las
calles de Asís por las noches, vestido de juglar, desbordante de alegría,
acompañado de violas y laúdes. (2)
En
1202 a los 20 años, participa como caballero, en el conflicto entre Asís y
Perugia, cae prisionero durante un año, tiempo de reflexión, él no podía luchar
contra sus hermanos, no podía entender la guerra; dona su armadura y se marcha.
Pero aún quedaban deseos de mundo y una repulsión marcada a los leprosos, sin
embargo, movido internamente, conoció a un leproso, va y lo abraza, venciendo
su propio yo: había encontrado la belleza de Dios en otro ser humano. Inicia su
cambio. Se retira de todo.
El
Señor lo escoge para que viniera a inflamar este mundo, con el fuego de Su Amor
Infinito, que se proyectará a través de él.
Se
despojó de sus vestiduras y las entregó a su padre, saliendo desnudo del
templo, renunciando a cualquier bien material por amor a Dios. Desde este momento, escogió a Dios como su
único Padre, y se operó en él un cambio total, comenzó a vivir el mensaje del
Evangelio.
Toma
la opción por los desposeídos y los enfermos. Su padre carnal Bernardone, lo
abandona, lo desconoce, lo maldice, y Francisco opta por buscar a un anciano
muy pobre, de corazón recto y sencillo en reemplazo de su padre y lo adopta
como su padre en la tierra, y le pide: “Seré como tu hijo, y cada vez que mi
padre carnal me maldiga, tú, mi padre adoptivo, me bendecirás”. (4)
A
los 25 años, dejó su ciudad natal y se dirigió a Gubbio, donde trabajó
abnegadamente en la reconstrucción de un hospital de leprosos. Regreso a Asís y
se dedicó a restaurar con sus propias manos las iglesias de San Damián, San
Pietro In Merull y Santa María de los Ángeles en la Porciúncula, pidiendo ayuda
y materiales a los transeúntes; esos años fueron de retiro y oración, vivía y
compartía su mesa con pobres y mendigos.
Dios
se revela Francisco en la tierra, el fuego, el aire, el agua, en las aves, la
hierba, las flores, el temido lobo, esos eran sus hermanos; ve y canta la
grandeza de Dios en el sol y las estrellas. Francisco, tiene la conciencia de: “Vivir en ÉL, moverse en ÉL, existir
en ÉL”. (5)
Francisco
penetra en las profundidades del Océano de Amor, de gloria, de ternura; él
es ejemplo de esa armonía con el Infinito,
de ese “Tú y Yo somos Uno”. Cristo se refleja en su alma, Dios se convierte en
realidad inmanente, Dios es una vivencia. Dios comienza a ser esta Realidad sentida
y vivida en los arcanos del corazón” (6). Francisco es un evangelio viviente, él
mismo lo confiesa: “Después de que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba
que debía hacer, sino que el Altísimo mismo, me reveló que debía vivir según la
forma del Santo Evangelio”. (7)
Había
caído la noche, el pequeño monte Alverna, ardía en llamas resplandecientes
iluminando todo como si brillara el sol. Todos fueron testigos. - ¿Qué había
acontecido en aquel lugar? …-El hermano Francisco, oraba intensamente con esta
oración mántrica: “¿Quién eres Tú
dulcísimo Dios mío? ¿Quién soy yo, gusano vilísimo e inútil siervo tuyo?
Francisco confiesa que:- cuando pronunciaba la primera invocación: “Me hallaba
invadido por una luz de contemplación en la cual yo veía el abismo de la
infinita bondad, omnipotencia y sabiduría de Dios”, y cuando decía la segunda
parte, “la otra luz de contemplación me hacía ver el fondo deplorable de mi
vileza y miseria”. (8)
Francisco
nos enseña con su oración de contemplación, - cómo es Dios, y la visión propia
de la criatura a la luz de Dios. Con él, lo invisible de Dios, se hace visible en
cada criatura, por eso, vivió y murió
cantando alabanzas al Señor con sus criaturas.
Pero
su explicación frente al fuego que vieron todos, fue: “En aquella llama que
viste, estaba Dios, que me hablaba bajo aquella forma, como había hablado antes
a Moisés.”(9)
Hecho
similar ocurrió en Santa María de los Ángeles, cuando San Francisco habló sobre
Dios de tal manera, que todos lo sintieron profundamente y vino sobre ellos la
abundancia de la gracia divina, y quedaron arrebatados en Dios. Los habitantes
corrieron presurosos a apagar el incendio, pero éste no era el fuego de la leña
o la hojarasca, era el fuego divino que ardía en las almas contemplativas que
se encontraban en oración.
Francisco pidió al Señor dos
cosas:
1)
Experimentar en su vida, en alma y cuerpo, lo mismo que experimentó Cristo en
su pasión.
2)
Vivir aquel amor sin medida, en el que Cristo ardió por nosotros.
Ambas
gracias fueron concedidas, eso prueba la identificación plena y total de
Francisco con Cristo. Es uno de los santos más grandes del cristianismo, escaló
las más altas cimas de la espiritualidad.
Francisco
no vistió una túnica ocre, pero vistió el más humilde de los hábitos y recorrió
los caminos, descalzo, y sin llevar nada para su sustento; observó los votos de
pobreza, castidad y obediencia. Él es un verdadero sannaysin cristiano, como todos nuestros santos y maestros
orientales, hizo todo para difundir el evangelio. Francisco practicó el
verdadero No apego a nada.
En
cierta ocasión, tenía que someterse a una curación de sus ojos, que implicaba
la cauterización de su herida con un hierro incandescente, en el momento de
esta dolorosa cirugía habló al hermano fuego, así: “Hermano mío fuego, el Altísimo te ha creado, dotado de maravilloso
esplendor sobre las demás criaturas, vigoroso, hermoso y útil. Sé ahora benigno
conmigo, sé cortés, porque hace mucho que te amo en el Señor. Pido al gran
Señor que te ha creado, que temple tu ardor en esta hora para que pueda
soportarlo, mientras me cauterizas suavemente”. Después el hierro penetró
en la herida y le cauterizó hasta la oreja, el santo ante sus hermanos que
habían huido y volvieron luego, exclama: “Pusilánimes de corazón encogido, ¿por
qué habéis huido? Os digo que no he experimentado ni ardor de fuego, ni dolor
de la carne.
En
la cabaña de San Damián, en los últimos años de su existencia, había perdido la
vista, sus sufrimientos eran intensos, y pedía al Señor soportar con paciencia
su enfermedad. Mientras tanto, brillaba intensamente su Luz Interior. Allí, compuso
el más bello de sus cantos, El Canto de
las Criaturas, el Canto del Hermano Sol, reconociendo en cada criatura a
Dios mismo e invitándolos a rendirle alabanza, hermano sol, hermana luna, hermanas
estrellas, hermano viento, hermana agua, hermano fuego, hermana madre tierra… Francisco
no quería dañar el orden divino, cuando caminaba sobre las piedras, lo hacía
con precaución, cuando se lavaba sus manos lo hacía en un lugar apartado para
que las gotas de agua que cayeran, no puedan ser pisoteadas. A los leñadores les
pedía no cortar todo el árbol para que pudiera echar brotes, y al hortelano que
dejase a orilla del huerto franjas vacías, para que nazcan las hierbas
silvestres y pregonen la hermosura de Dios, destinaba una porción de huerto
para cultivar plantas que brindasen sus flores y su fragancia para que evocaran
la fragancia de las virtudes, del camino recogía los gusanillos para que no los
pisaran, mandaba a poner a las abejas miel y el mejor vino para que no muriesen
de hambre en ellos días de invierno. (10)
Son
muchos los ejemplos de la comunión, de la hermandad de San Francisco con las
aves: Un halcón era su reloj despertador, cantaba a la hora en que se levantaba
el santo para alabar a Dios, mas si estaba enfermo, no lo molestaba en la
vigilia de la noche y al despuntar la aurora lentamente levantaba su canto para
animar al santo. Un faisán, una cigarra, escuchaban la voz del santo con
obediencia total.
¿Cómo
sucede esto? - Los Grandes Santos, viven
en otra dimensión, hablan otro lenguaje, se desenvuelven en un plano humanamente
incomprensible, viven en la dimensión del amor. En una ocasión, caminando a su
iglesia, al levantar la mirada vio una gran cantidad de pájaros en las copas de
los árboles y dijo a sus hermanos Maceo y Ángel, esperadme, voy a predicar a
mis hermanitos los pájaros, a quienes les dijo:
“Hermanas mías: Os habéis de sentir muy
deudoras a Dios, vuestro Creador y debéis alabarle siempre y en todas partes,
porque os ha dado la libertad para volar donde queréis; os ha dado además
vestido doble y aún triple, conservó vuestra raza en el arca de Noé, para que
vuestra especie no desapareciese en el mundo. También les estáis obligadas por
el alimento, y por el aire que os ha destinado a vosotras. A parte de esto, vosotras
no sembráis ni cegáis, y Dios os alimenta y os regala los ríos y las fuentes
para beber; los montes y valles para guareceros; los árboles altos para hacer
en ellos vuestros nidos. Y como no sabéis hilar y coser, Dios os viste a
vosotras y a vuestros hijos. Ya veis cómo os ama el creador, que os hace objeto
de tantos beneficios. Por lo tanto hermanas mías, guardaos del pecado de
ingratitud, cuidando siempre de alabar a Dios.” (11)
A
medida que las aves escuchaban las palabras del santo, comenzaron a abrir sus
picos, estirar el cuello, y expandir sus alas, inclinando sus cabecitas hacia
el piso, expresando así su obediencia. Al terminar la plática, trazó sobre
ellas la señal de la cruz y les dio licencia para que se fueran. Ellas se
levantaron y formaron cuatro bandadas sobre cada una de las direcciones trazadas
por Francisco.
En
la tarde de su muerte, las alondras llegaron para despedirse, revoloteaban por
encima del techo como en señal de júbilo, y le acompañaron en su tránsito a la
verdadera vida. (12)
Muchos
son los milagros que se relatan de San Francisco, en el nombre de Cristo,
durante su vida y a partir de su muerte: Curó paralíticos, ciegos, leprosos,
sordos, endemoniados, con solo tocar su sepulcro.
Francisco
es oración continua, mientras iba de camino, en la celda, en el jardín, en la
calle, a cualquier hora del día o la noche… fue un contemplativo. Francisco
vivía en Dios y Dios en Francisco. Entraba en éxtasis en cualquier momento, su
superconciencia se encontraba anclada en Dios, y su conciencia humana no
percibía el mundo que le rodeaba. (16)
El Pergamino del
Convento de Asís: En
su Testamento, San Francisco dejó al
hermano León, un pergamino y su bendición.
Este contiene las más grandes y sencillas alabanzas que desbordan de su
corazón, las alabanzas de un iluminado.
“Tú eres el
santo, Señor Dios Único, el que hace maravillas.
Tú eres el
fuerte, Tú eres el grande, Tú eres el Altísimo, Tú eres el rey omnipotente: Tú
Padre Santo, Rey del cielo y de la tierra. Tú eres trino y uno, Señor Dios Vivo
y Verdadero.
Tú eres el amor,
la caridad; Tú eres la sabiduría, Tú eres la seguridad, Tú eres la quietud, Tú
eres el gozo, Tú eres nuestra Esperanza y alegría, Tú eres la justicia, la
templanza, Tú eres nuestra riqueza a saciedad, Tú eres la hermosura, Tú eres la
mansedumbre, Tú eres el protector, Tú eres nuestro custodio y defensor; Tú eres
la fortaleza, Tú eres el refugio.
Tú eres nuestra
esperanza, Tú eres nuestra fe, Tú eres nuestra caridad, Tú eres nuestra toda
dulzura; Tú eres nuestra vida eterna, grande y admirable Señor, Omnipotente
Dios, misericordioso Salvador”.
(17)
La
Luz divina brilló siempre en él y le condujo al conocimiento de los grandes misterios
de Dios. Es un espíritu que recibe, la gracia divina. (18)
También
dejó un Tratado sobre los Atributos Divinos,
para que sus frailes menores tuvieran ante su vista todo lo que él, había
descubierto de su comunicación vivencial con Dios. (19) Les recomendó a sus
frailes que los tuvieran presentes y que, encontraran su único deleite en
meditar en ellos.
“Ninguna
otra cosa queramos, ninguna otra cosa nos agrade y deleite, sino nuestro
Creador y Redentor, y Salvador, sólo verdadero Dios, que es bien pleno, todo
bien, bien total, verdadero y sumo bien; que es el solo bueno, piadoso, manso,
suave y dulce; que es el solo santo, justo, veraz, recto; que es el solo
benigno, inocente, puro; de quien, y por quien nos viene, y en quien está todo
el perdón, toda la gracia, toda la gloria de todos los potentes y justos, de
todos los bienaventurados que gozan juntos en el cielo… Honremos, adoremos,
sirvamos, alabemos y bendigamos, glorifiquemos y sobre exaltemos,
engrandezcamos y demos gracias al Altísimo y Sumo Dios Eterno, Trinidad y
Unidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de todas las cosas y Salvador de
todos los que en Él creen, esperan y aman; que, sin principio y sin fin, es
inmutable, invisible, inenarrable, inefable, incomprensible, bendito, loable,
glorioso, sobre exaltado, sublime, excelso, suave, amable, deleitable y sobre
todas las cosas, todo lo deseable por los siglos. Amén”. (20)
Estas
reglas para los Hermanos Menores, redactadas a la luz del Evangelio resumen los
tratados de teología escritos a lo largo de los siglos. Cada adjetivo quiere
condensar la infinitud de ese Dios Bendito, visto a través de su espíritu.
Para
el Padre Dávila: Francisco, es un santo para todos los tiempos. El hombre está
llamado a vivir en comunión vivencial con Dios. En unos, esa comunión puede ser
nula, en otros imperfecta, o insipiente, clara en algunos, total en muy pocos.
Esto depende del SI que cada uno dé al llamado del Señor, a Ser perfectos, como
lo es, el Padre Celestial. (20)
La
humanidad necesita en todos los tiempos, profetas como Francisco de Asís, que
prediquen el Evangelio, un evangelio vivo, que lo sientan, lo practiquen, así
como Francisco, para quien el Evangelio es su espíritu y su vida.
Francisco
es un apóstol de Cristo, descalzo y solo con una túnica ceñida con una cuerda
salió a predicar, atrajo a su alrededor una corona de almas buenas, activas y
devotas. En 1210, el Santo Francisco junto a once compañeros, acudieron al Papa
Inocencio III, para pedirle acoja el
modelo de su orden, el Papa, aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió el
permiso para predicar y lo ordenó diácono.
Pronto
se unieron otros jóvenes y se formó la Orden
de los Franciscanos a los que les llamó Hermanos Menores; a ellos se unió San Antonio de Padua. Con la
colaboración de Santa Clara en 1212 fundó la Orden de las Damas Pobres, más conocidas como Clarisas.
En
1215, la congregación franciscana se había extendido por toda Italia, Francia y
España; en ese mismo año el Concilio de Letrán reconoció canónicamente la orden
llamada de los Hermanos Menores.
En
1219 y 1220 tras el encuentro con Santo Domingo de Guzmán, San Francisco
predicó en Siria y en Egipto, y aún que, no logró la conversión del Sultán Al
Kamil, este quedó impresionado y le permitió visitar los Santos Lugares. Desde
allí marchó en peregrinación a Tierra Santa, donde contrajo una enfermedad
incurable.
En
1221 crea la Orden Tercera, para
acoger a las personas que no podían abandonar sus obligaciones familiares.
En
1223, llegada la Navidad, San Francisco presentaba en una cueva el PRIMER
NACIMIENTO VIVIENTE de la historia, con sus frailes y pastores del lugar.
San
Francisco, entrega al Papa Gregorio III las Reglas de su Orden y la dirección
de la misma a su compañero Pedro Cattani y se dedica por entero a la
contemplación.
En 1024, decidió hacer un viaje al Monte Alvernia, con
5 de sus compañeros. El Conde de Orlando, llegó llevándoles provisiones,
Francisco le pidió que le construyera una cabaña a manera de celda en donde se
aisló en oración. Fray León fue testigo de sus momentos de llanto por el futuro
de la orden y también de sus estados de éxtasis. Francisco, decide retirarse
más arriba, en la montaña allí, y en la fiesta de la Asunción, decidió hacer un
ayuno de 40 días, Fray León le visitaba dos veces al día para llevarle agua; él
fue testigo de la aproximación y alejamiento de una bola de fuego que bajaba
del cielo. Francisco le comentó que algo grande iba a pasar, le pidió abrir
tres veces el misal y en las tres veces coincidió que se abría en la Historia de la Pasión de Jesús. Sucedió
entonces, según el relato de San Buenaventura, que un serafín, le imprimió a
Francisco las señales de la crucifixión en las manos, pies y costado; señales
que fueron vistas por los frailes pero Francisco ocultaba bajo su hábito, y
desde entonces comenzó a usar medias y sandalias, para que las llagas de sus pies no estén expuestas.
Retornó a la Porciúncula donde acompañado de Fray León se quedó en la cabaña de San Damián y compuso “El Cántico de las Criaturas” y ya en su lecho de muerte, agregó a su “Cántico al Hermano Sol, un nuevo verso dedicado a la Hermana Muerte, de quien nadie escapa, ¡Loado, Seas Mi Señor!
Tan pronto como sucedió su muerte varios ciudadanos fueron admitidos para contemplar y besar sus llagas, entre ellos, Jerónimo, caballero culto y prudente, famoso y célebre, como dudase de esas sagradas llagas, siendo incrédulo como Tomás, movió con mucho fervor y audacia los clavos (formados de su misma carne por el poder divino, y tan connaturales a ella que si los presionaban por una parte, al momento sobresalían en el otro lado, como si fueran nervios duros de una sola pieza), y con sus manos tocó el costado del santo en presencia de los hermanos y ciudadanos, y a medida que iba palpando aquellas señales auténticas de las llagas de Cristo, quitaba de su corazón y el de todos la más leve duda. Él consignó su testimonio en los libros bajo juramento. El Cuerpo de San Francisco brillaba con una blancura extraordinaria.
Al día siguiente, el cortejo fue a San Damián y después a San Jorge, donde fue sepultado.
San Francisco fue canonizado en 1228, y sus restos
descansan en la Basílica de San Francisco de Asís.
P.D.: El Hermano Francisco, es el hermano cósmico, conoció y vivió a Dios con intensidad profunda, su obra continuará dando fruto porque el Evangelio es su espíritu y vida.
Amén. ¡Loado, Seas Mi Señor!
CITAS
- Tomás de Celano, Vida Primera
- El Yoga espiritual de San Francisco
- Leyenda de los tres compañeros de San Francisco
- Leyenda de los tres compañeros de San Francisco
- San Pablo Mi vivir es Cristo. Hechos 18,28
- P. Dávila, El Dios Vivencial
- Testamento de San Francisco.
- Consideraciones sobre las llagas. Pág. 908 San Francisco de Asís
- Consideraciones sobre las llagas. Pág. 908 San Francisco
- Celano, Vida Segunda de San Francisco
- Florecillas de San Francisco
- San Buenaventura, Leyenda Mayor
- Celano, Vida Segunda
- Regla para los Hermanos Menores
- Mateo 5,48
- Padre Dávila, El Dios Vivencial
- Celano, Vida Segunda. Pág. 208
- Vida de San Francisco de Asís. P. Leopoldo de Cherance
- Lucas 4,16
- Celano, Vida Segunda. Cap.175. No.166
- Mateo 5,48














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