La Virgen María, la gran maestra
Guía Espiritual y Fundador de AEA
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Si nosotros revisamos los
manuales de Filosofía Oriental, y si consultamos a sus filósofos, a sus
maestros, a sus gurús, veremos y constataremos que hay realmente un vacío en su
enseñanza. Si bien, ellos hablan y
representan -según dicen- a grandes maestros, en las distintas tendencias; y en
las escuelas de Metafísica no hablan al menos directamente, de Quién es y
seguirá siendo
Y este vacío, vamos a tratar de llenarlo en estos días de reflexión. Vamos pues, a llenar nosotros ese vacío. Y tengo la firme seguridad, la firme convicción de que de ésta reunión, de esta convivencia saldremos enriquecidos y saldremos con una fuerza especial, que no la hemos tenido en otras ocasiones. Y para eso confiamos con la ayuda de Ella, con esa luz de Ella, de la más humilde entre todas las criaturas como dice en su canto del Magníficat, pero de la más grande también entre todas las criaturas a los ojos de Dios.
Uno de los más grandes poetas contemporáneos, hablando precisamente de Ella, de María, dice: María, es la más bella música que han podido formar cinco letras -esto lo dice Bernard- María, la más bella música que han podido formar cinco letras. ¡Y esto es así!
Si nosotros nos ponemos a escuchar esa música de las esferas, esa música que trasciende el tiempo y el espacio, esa música que no se escucha con los oídos del cuerpo. Esa música que se oye solamente en las profundidades del corazón. Esa música que escucharon y vislumbraron muchos santos. Esa música sagrada que resuena en las esferas celestiales, hemos de concluir que esa música –la más bella- es precisamente el nombre de MARÍA, que resume todo lo más bello, todo lo más grande, todo lo más sublime.
Una vez más, doy gracias a Dios porque me ha deparado el
inmenso consuelo, la infinita satisfacción de estar en medio de vosotros, con
vosotros. ¿Y para qué? Para estudiar
algo de lo cual como he dicho, vamos a salir todos enriquecidos: nuestra
relación con
Así como Cristo es el Maestro de los maestros, y esto debemos tener nosotros muy bien claro y muy bien sentado. Cuando Él en la tierra mis queridos estudiantes, hablaba a sus discípulos, les prevenía de un peligro, y decía: surgirán falsos profetas que vendrán a vosotros vestidos con pieles de oveja, pero por dentro son lobos voraces, por sus frutos los reconoceréis.
Y ya en tiempo de Cristo, y después de Él y en todo tiempo, han surgido esos Cristos apócrifos, esos profetas de segundo cuño, hombres ingerentes que han querido rodearse de hombres, de discípulos. Y con el objeto, no quizá de engañarles, -quizá no fue ese el fin- pero de hacer de su persona un símbolo, de hacer de su persona un punto de atracción, de hacer de su persona un punto de referencia para sus fines.
Pero nosotros debemos tener muy en claro eso, que antes
que cualquier otro maestro, está Él: Cristo. Que antes que cualquier gurú, está el Cristo. Que antes de cualquier avatar, está el
Cristo, y después de Él es
con ustedes, y de discutir con ustedes esta parte oculta
de la persona de
Yo os felicito a vosotros
porque tenéis ese privilegio, porque aquí vosotros vais pues a tomar parte
directa en este estudio que vamos a realizarlo a cerca de esta criatura, la más
bella entre todas las criaturas:
En mi larga práctica de estos
estudios de Filosofía Oriental, realmente tengo que confesar, que
Y tengo que deciros también esto que voy a deciros. Este
tema fue escogido por una sugestión de muchos de vosotros, estudiantes de
Auto-Realización, que me pedíais hablaros más de
Si, nuestros tratados de Mariología hablan de una manera
general, de las virtudes que practicó
Vamos nosotros a tratar de descifrar eso, a ver un poquito de ese lado oculto, de ese lado esotérico de la Virgen.
Yo imploro en este momento la asistencia de Ella, que
Ella nos ayude, que Ella nos guíe en este trabajo en que vamos a
emprender. Y que Ella -pido de antemano-
y que Ella dé una bendición especial, especialísima, para cada uno; le pido a
Ella, una bendición especial.
Quisiera solamente indicaros ahora, deciros cuál es el punto de contacto, digámoslo así; cuál es el punto de referencia de éste humilde servidor que os habla, de los últimos de los hermanos vuestros que os habla, con Ella.
Ciertamente no podría resumir todo lo que le debo a
Recuerdo que cuando niño, me encontraba
gravemente enfermo. Por allí debe haber tenido, entre unos 4 o 5 años; muy
chico. Y tengo la imagen de ese lecho en
donde me encontraba, y también de un cuadro que estaba junto a mi cama hacia el
lado derecho en que me encontraba recostado. Pero prácticamente yo adolecía
pues, de una enfermedad grave, que yo creo sin lugar a duda fue una parálisis
infantil, una polio. Porque, yo no sé el
motivo, no recuerdo la causa, pero no sé, pero tenía pues las piernas
recogidas, no podía extenderlas. Y allí,
un empírico quería pues, a fuerza hacerme que extendiera las rodillas, las piernas
que las tenía, encogidas -a viva fuerza-. Esto hubiera producido naturalmente, alguna lesión muy grave. Yo naturalmente, me dolía y clamaba, y decía
que me dejaran solo. Y allí invoqué a
Pero, yo no sé, aquí me tienen ustedes hablando después
de tanto tiempo, hablando, trabajando. Yo quedé curado, digamos sin ninguna intervención de médico alguno. ¿Cómo curé? ¡
Y siempre, en mi vida he tenido pues, mis queridos estudiantes, esa estrella que ha guiado mis pasos a través de toda la vida.
Y recuerdo también en éste momento, reminiscencias de mi
vida. Yo trataba de celebrar el
centenario de la declaración dogmática de
Así es, un episodio más. Y de estos episodios están jalonados los pasos de mi vida.
Vamos todos con toda fe a rezarle a Ella, un Ave María. Vamos todos a decir:
Dios te Salve María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita eres entre las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios
ruega por nosotros, los pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
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