La Virgen María, la gran maestra

 

Foto: Asociación Escuela de Auto-Realización

Dr. CÉSAR A. DÁVILA
Guía Espiritual y Fundador de AEA


Si nosotros revisamos los manuales de Filosofía Oriental, y si consultamos a sus filósofos, a sus maestros, a sus gurús, veremos y constataremos que hay realmente un vacío en su enseñanza. Si bien, ellos hablan y representan -según dicen- a grandes maestros, en las distintas tendencias; y en las escuelas de Metafísica no hablan al menos directamente, de Quién es y seguirá siendo la Gran Maestra: la Virgen Santísima.

Y este vacío, vamos a tratar de llenarlo en estos días de reflexión. Vamos pues, a llenar nosotros ese vacío. Y tengo la firme seguridad, la firme convicción de que de ésta reunión, de esta convivencia saldremos enriquecidos y saldremos con una fuerza especial, que no la hemos tenido en otras ocasiones. Y para eso confiamos con la ayuda de Ella, con esa luz de Ella, de la más humilde entre todas las criaturas como dice en su canto del Magníficat, pero de la más grande también entre todas las criaturas a los ojos de Dios.

Uno de los más grandes poetas contemporáneos, hablando precisamente de Ella, de María, dice: María, es la más bella música que han podido formar cinco letras -esto lo dice Bernard- María, la más bella música que han podido formar cinco letras. ¡Y esto es así!

 Si nosotros nos ponemos a escuchar esa música de las esferas, esa música que trasciende el tiempo y el espacio, esa música que no se escucha con los oídos del cuerpo. Esa música que se oye solamente en las profundidades del corazón. Esa música que escucharon y vislumbraron muchos santos. Esa música sagrada que resuena en las esferas celestiales, hemos de concluir que esa música –la más bella- es precisamente el nombre de MARÍA, que resume todo lo más bello, todo lo más grande, todo lo más sublime.

Foto: Asociación Escuela de Auto-Realización

Una vez más, doy gracias a Dios porque me ha deparado el inmenso consuelo, la infinita satisfacción de estar en medio de vosotros, con vosotros.  ¿Y para qué? Para estudiar algo de lo cual como he dicho, vamos a salir todos enriquecidos: nuestra relación con la Gran Maestra.

Así como Cristo es el Maestro de los maestros, y esto debemos tener nosotros muy bien claro y muy bien sentado. Cuando Él en la tierra mis queridos estudiantes, hablaba a sus discípulos, les prevenía de un peligro, y decía: surgirán falsos profetas que vendrán a vosotros vestidos con pieles de oveja, pero por dentro son lobos voraces, por sus frutos los reconoceréis.

Y ya en tiempo de Cristo, y después de Él y en todo tiempo, han surgido esos Cristos apócrifos, esos profetas de segundo cuño, hombres ingerentes que han querido rodearse de hombres, de discípulos. Y con el objeto, no quizá de engañarles, -quizá no fue ese el fin- pero de hacer de su persona un símbolo, de hacer de su persona un punto de atracción, de hacer de su persona un punto de referencia para sus fines.

Pero nosotros debemos tener muy en claro eso, que antes que cualquier otro maestro, está Él: Cristo. Que antes que cualquier gurú, está el Cristo. Que antes de cualquier avatar, está el Cristo, y después de Él es la Virgen María. Antes que cualquier otro hombre presentado como gurú, como avatar o como se llame, es Ella.

Foto: Asociación Escuela de Auto-Realización

Yo doy gracias a Dios, porque una vez más me da Él, el privilegio de estar

con ustedes, y de discutir con ustedes esta parte oculta de la persona de la Reina de los Cielos, de la verdadera Madre de Dios.

Yo os felicito a vosotros porque tenéis ese privilegio, porque aquí vosotros vais pues a tomar parte directa en este estudio que vamos a realizarlo a cerca de esta criatura, la más bella entre todas las criaturas: la Virgen María. Así vamos nosotros a llenar este vacío de los libros, de los tratados, de los escritos orientales.

En mi larga práctica de estos estudios de Filosofía Oriental, realmente tengo que confesar, que la Mariología en Oriente con quizá una excepción muy pequeña, es totalmente desconocida. Y esa Mariología es conocida solamente a través del cristianismo, de nuestros misioneros, entre ellos el gran apóstol de las Indias: el jesuita Francisco Javier. A parte de eso, la gran Maestra ocupa, no diré un segundo plano sino prácticamente ningún plano. Y esto es para mi, es -digamos- el mayor vacío que he encontrado en esos estudios.

Y tengo que deciros también esto que voy a deciros. Este tema fue escogido por una sugestión de muchos de vosotros, estudiantes de Auto-Realización, que me pedíais hablaros más de la Virgen, conocer más de la Virgen. Descubrir ese aspecto que no ha sido todavía descubierto, a lo menos en el sentido en el que nosotros lo damos: ese aspecto esotérico, ese aspecto oculto de la Virgen María.

Si, nuestros tratados de Mariología hablan de una manera general, de las virtudes que practicó la Virgen: de su humildad, de su obediencia, de su entrega a los demás, de ese amor a Dios, de su pureza, de su virginidad, de su concepción inmaculada, de su maternidad; hablan en sentido general de todas estas cosas, como se puede hablar de las virtudes de cualesquiera de nuestros santos, pero no llegan -digámoslo así- a descubrir realmente ese sentido íntimo de ese vaso lleno de perfección de Ella: de la Virgen María.

Vamos nosotros a tratar de descifrar eso, a ver un poquito de ese lado oculto, de ese lado esotérico de la Virgen.

Foto: Asociación Escuela de Auto-Realización

Yo imploro en este momento la asistencia de Ella, que Ella nos ayude, que Ella nos guíe en este trabajo en que vamos a emprender.  Y que Ella -pido de antemano- y que Ella dé una bendición especial, especialísima, para cada uno; le pido a Ella, una bendición especial.

Quisiera solamente indicaros ahora, deciros cuál es el punto de contacto, digámoslo así; cuál es el punto de referencia de éste humilde servidor que os habla, de los últimos de los hermanos vuestros que os habla, con Ella.

Ciertamente no podría resumir todo lo que le debo a la Virgen en pocas palabras, ¡es imposible! No podía resumir los hechos que han jalonado mi vida en relación con Ella. Os voy a contar solamente uno que el día de hoy con clara visión, puedo decir fue un milagro en el sentido en que tomamos esta palabra.

Recuerdo que cuando niño, me encontraba gravemente enfermo. Por allí debe haber tenido, entre unos 4 o 5 años; muy chico. Y tengo la imagen de ese lecho en donde me encontraba, y también de un cuadro que estaba junto a mi cama hacia el lado derecho en que me encontraba recostado. Pero prácticamente yo adolecía pues, de una enfermedad grave, que yo creo sin lugar a duda fue una parálisis infantil, una polio. Porque, yo no sé el motivo, no recuerdo la causa, pero no sé, pero tenía pues las piernas recogidas, no podía extenderlas.  Y allí, un empírico quería pues, a fuerza hacerme que extendiera las rodillas, las piernas que las tenía, encogidas -a viva fuerza-. Esto hubiera producido naturalmente, alguna lesión muy grave. Yo naturalmente, me dolía y clamaba, y decía que me dejaran solo.  Y allí invoqué a la Virgen. A esa Virgen representada en ese cuadro. Era un cuadro que representaba a la Virgen del Carmen.

Pero, yo no sé, aquí me tienen ustedes hablando después de tanto tiempo, hablando, trabajando. Yo quedé curado, digamos sin ninguna intervención de médico alguno. ¿Cómo curé? ¡La Virgen lo sabe!

Y siempre, en mi vida he tenido pues, mis queridos estudiantes, esa estrella que ha guiado mis pasos a través de toda la vida.

Y recuerdo también en éste momento, reminiscencias de mi vida. Yo trataba de celebrar el centenario de la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. No el centenario, más que el centenario, y era entonces seminarista. Allí escribí también unos versos, un poema, claro, a la Virgen. ¿Cómo lo escribí? No lo sé. Pero recuerdo como hoy, lo que me decía entonces el profesor de Teología Dogmática -un alemán- llamándome aparte; porque él no se imaginó el fondo teológico que contenía ese poema. Dice: ¡Cómo ha podido usted escribir esto, si usted no es un teólogo! ¡Cómo ha podido escribir! Si un gran teólogo no hubiera podido escribir con el fondo teológico que ha escrito acerca de la Virgen María ese poema.  Digo: yo no sé, pero escrito está.

 Así es, un episodio más. Y de estos episodios están jalonados los pasos de mi vida.

   Vamos todos con toda fe a rezarle a Ella, un Ave María. Vamos todos a decir:


Dios te Salve María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita eres entre las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios
ruega por nosotros, los pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Foto: Asociación Escuela de Auto-Realización








 

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