Te decimos hasta luego Rosita Vélez
Esteban Malo Corral
Querida Rosi:
Cuántas
veces comentamos, sobre la vivencia de San Pablo, que experimentaba la muerte
diariamente por la fe que tiene en Cristo.
Ahora
él nos revela este misterio en su primera carta a los Corintios, -indicándonos
que no todos moriremos, sino que al oír la Trompeta (OM) en un abrir y cerrar
de ojos nuestro cuerpo será incorruptible… ¿dónde entonces está muerte tu victoria?-
Celebramos
con alegría tu vuelta a la Casa Verdadera, al encuentro con tu amado Dios.
Como
escribe el Padre Dávila, proclamado por ti como tu Maestro y guía espiritual, “la muerte, una necesidad del espíritu para
saciar el hambre de Infinito.”
De
los tantos libros que apreciabas leer, como es el libro tibetano “De la Vida y de la Muerte”, tomo esta
frase: “Reflexionar sobre la muerte tiene
por objeto producir un auténtico cambio en lo más hondo del corazón… muchas
veces esto exige un período de retiro y contemplación profunda, porque solo eso
puede abrirnos verdaderamente los ojos a lo que estamos haciendo con nuestra
vida.”
Esto
nos demostró la preparación que tenías y el clarísimo concepto sobre lo que
verdaderamente es la vida y lo que es volver a Dios.
Tu
caminar que parecía ser con pasos pequeños, resultaron grandes y rápidas
zancadas hacia tu propósito de llegar pronto a tu meta y ese Padre que Vio en
secreto, en secreto te ha premiado.
La
profundidad en tus horas de silencio, se evidenciaron en la paz y tranquilidad
para aceptar el paso que se avecinaba, -abandonar tu cuerpo físico-, esta
actitud enriqueció a tus familiares, amigos, médicos y personal de la clínica,
y qué decir de la
valentía y aceptación de tu amado esposo Juan, quién está cumpliendo con tus
deseos, expresados en las postrimerías de tu permanencia en este plano.
Rosita,
no voy aquí a ponderar tus virtudes, que bien sé, no te gustaría que lo haga,
sino para dar gracias con alegría por haber caminado juntos en el sendero, como
amigo, hermano y condiscípulo en Auto-Realización.
Nuestra Asociación, te agradece profundamente por haber tomado el arado
con amor, gran alegría y compromiso como le ofreciste a tu Maestro.
¿Quiénes
son tus padres? ¿Quiénes son tus
hermanos? La
respuesta la tiene esta comunidad que te ama, con ese sentido especial de
pertenencia, porque todos te amamos. Le pedimos al Padre que te sacie con Sus
mimos y el Amor que mereces, reza por todos los que acá esperamos el turno de
partir hacia Casa.
Vuela
hermana querida, no me despido porque sé que en el silencio, nos hablarás sin palabra; y
sentiremos tu presencia por los corredores y jardines de la casa terrena que
tanto amaste y a la que tantas horas le dedicaste.
Descansa
en Su paz, mi querida Rosi.
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