P. Dávila (Ven, oh Madre, ven)


VEN, OH MADRE, VEN

María como el profeta Elías fue arrebatada no en un carro de fuego
si en los brazos de infinidad de ángeles que la cortejaban.
Subió a los cielos, su Hijo vino a buscarle:
"Levanta -le dice- sí, levanta al cielo paloma mía
amiga mía, mi tierna madre.
Ven, ven del Líbano y serás coronada, ven, ven de la tierra...
Levántate, apresúrate y ven,
pasó ya el invierno de la vida, disipáronse y cesaron las lluvias
despuntan las flores en mis jardines celestiales.
Llega ya el tiempo de la recolección, oí tu voz...
Levántate oh Madre mía, muéstrame tu rostro,
suene tu voz a mis oídos, pues tu voz es dulce y hermoso tu rostro...
Ven, oh Madre, ven...
Tú recogiste mi último suspiro al pie de la Cruz,
he venido también para recoger el tuyo
y llevarte conmigo al trono 
que Yo mismo con el Padre y el Espíritu Santo hemos preparado.
Ven, entra ya en el gozo de tu Hijo..."
Así hablaría Cristo a su Madre
¿Y cuál sería el lenguaje de sus ángeles?
¿Cuál el de toda la corte celestial que se aprestó a recibir a María?
Al ver que María iba subiendo a los cielos como se eleva una blanca nube.
ellos dirían: ¿Quién es ésta, que cual nube por la brisa alígera llevada
por el ancho desierto sube?

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