Oración

 


PLEGARIA DEL NIÑO

P. CÉSAR A. DÁVILA G.
Quito, 5 mayo 1932


Apenas la noche
Trayendo a nuestra alma,
La paz y la calma
Comenzó a reinar.

Apenas la brisa,
Jugando en las flores,
De bellos colores
Comenzó a dormir.

Apenas los mirlos
De frío ateridos
Buscaban sus nidos
En el saucedal.

Cogí unas rosas
Y a la Virgencita
Que vive en la ermita
Me fui a ofrendar.

¡Oh Madre! Le dije,
Tomad esta ofrenda,
De amor es la prenda,
De amor sin igual.

Que eres muy buena
Que eres mi Madre
Me dijo mi madre
Que cuanto te pida
De dármelo habrás.

Me dijo que al niño,
Al niño inocente
Un beso en la frente
Y mil sabes dar.

Enséñame, ¡oh Madre!
Escucha mi ruego
Cual dardo de fuego
A Ti llegue hoy.

Me dijo mi madre
Que al bien recibido
Es siempre debido
Filial gratitud.

Por quienes cultivan
Las flores de mi alma
Y en ellas la calma
Hacen florecer.

Por ellos te pido,
Para ellos, victoria,
El cielo, la gloria,
La luz, el Edén.

Son siempre los niños
Tu amado tesoro
Sin mengua y desdoro
Consérvalos Tú.

Tú sabes, ¡María!
Cuán triste
Es el niño
Sin Madre cuál Tú.

Doquier en el mundo,
Doquier la atea
Escuela hoy serpea,
La escuela sin Dios.

Ignora ahí el niño
Tu nombre de Madre,
Y a Dios por su Padre
No sabe llamar.

Ignora ahí el niño
Que es miel, poesía
Que es suave armonía:
¡Oh Madre! Decir.

A ellos bendice,
A ellos protege
De ellos se aleje
El lobo infernal.

¡Oh Madre! No quiero
Que llores un día,
En cruel agonía
Que llores por mí.

Ser bueno es mi anhelo.
Ser tuyo mi encanto.
Rendido a tu manto
Feliz sucumbir.

Ya asoma la luna
Ya aclara las nubes
Alados querubes
Le ven por doquier…

¡Adiós oh, María!
No olvides mi encargo.
¡Oh Virgen Bendita!
En cambio a tu ermita
Vendré a rezar.

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