P. Dávila (Las Tentaciones)



Las Tentaciones
“Jesús lleno del Espíritu Santo se volvió del Jordán
y fue llevado por el Espíritu al desierto”. (Lc 4,1)
Tenemos aquí a nuestra vista el Jordán.
Él se había bautizado como se bautizaron los discípulos de Juan,
y luego, desde allí es llevado por el Espíritu al desierto
y tentado allí por el demonio durante 40 días.
"Al desierto", este es pues el desierto de Judea.
Aquí vemos solamente peñascos, terrenos erosionados.
Vemos pues, que delante de nosotros y tras de nosotros
están montes inhóspitos que no tenían ninguna vegetación,
y que luego, eran hallados solamente por las aves
que cruzaban por estos lugares y estos senderos solitarios.
Y el Señor se retira precisamente a estas montañas,
a estos montes de Judea, para Su oración de 40 días y 40 noches,
y después de que pasa durante todo este tiempo en oración,
Él es tentado también por el demonio.
Dice el evangelista que: "No comió nada en aquellos días
y pasados estos tuvo hambre, entonces díjole el diablo:
Sí eres el Hijo de Dios di a estas piedras que se conviertan en panes.
Y Jesús le respondió: no solo de pan vive el hombre". (Lc 4, 2-4)
Aquí tenemos pues nosotros que recoger una enseñanza.
Nosotros también tendremos que pasar por esta misma suerte,
por esta misma situación por la cual pasó el Señor,
no importa quien seamos, no importa que es lo que pensemos
y que dignidad tengamos.
Pero es preciso que nosotros pues, estemos preparados
-como dice el apóstol San Pablo- para las tentaciones,
es decir, para esas distintas imágenes que maya, la ilusión, el deseo crea y que a nosotros, mis queridos estudiantes,
que a nosotros también nos insinúa para llegar
NO a las cumbres a las cuales NOS INVITA el Señor,
sino para llegar a hollar con nuestra ambición:
hollar con nuestras faltas, esos caminos que conducen a la perdición.


P. Dávila (Las Tentaciones)

 

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